Florence Scovel Shinn enseñó metafísica en Nueva York durante muchos años. Sus clases fueron muy concurridas y, de ese modo, pudo transmitir el mensaje a un número considerable de personas.
Sus libros han tenido en el extranjero. Parecen haber tenido la habilidad de encotrar su camino hacia lugares remotos e inesperados de Europa y de otras partes del mundo. De vez en cuando conocemos a alguien que llegó a la VERDAD tras haber enocntrado un libro de Florence Scovel Shinn en el lugar más improbable.
Uno de los secretos de su éxito es que siempre fue ella misma...., coloquial, informal, amistosa y llena de humor. Nunca buscó ser literaria, convencional o impresionante. Por esa razón, atrajo a miles de personas que no habrían aceptado el mensaje espiritual a través de formas conservadoras y dignificadas, o que no habrían estado dispuestas a leer, al menos en principio, los libros metafísicos habituales.
Ella misma fue una persona muy espiritual, aunque solía quedar oculto tras una actitud prosaica y un tratamiento despreocupado de su tema. La actitud técnica o académica no era para ella. Enseñaba mediante ejemplos familiares, prácticos y cotidianos.
Antes de dedicarse a enseñar la VERDAD, había ejercido la profesión de artista e ilustradora de libros, y pertenecía a una vieja familia de Filadelfia.
Dejó una colección de notas que constituyen el libro "El Poder de la Palabra Hablada", al que deseamos una amplia difusión.
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Sus libros han tenido en el extranjero. Parecen haber tenido la habilidad de encotrar su camino hacia lugares remotos e inesperados de Europa y de otras partes del mundo. De vez en cuando conocemos a alguien que llegó a la VERDAD tras haber enocntrado un libro de Florence Scovel Shinn en el lugar más improbable.
Uno de los secretos de su éxito es que siempre fue ella misma...., coloquial, informal, amistosa y llena de humor. Nunca buscó ser literaria, convencional o impresionante. Por esa razón, atrajo a miles de personas que no habrían aceptado el mensaje espiritual a través de formas conservadoras y dignificadas, o que no habrían estado dispuestas a leer, al menos en principio, los libros metafísicos habituales.
Ella misma fue una persona muy espiritual, aunque solía quedar oculto tras una actitud prosaica y un tratamiento despreocupado de su tema. La actitud técnica o académica no era para ella. Enseñaba mediante ejemplos familiares, prácticos y cotidianos.
Antes de dedicarse a enseñar la VERDAD, había ejercido la profesión de artista e ilustradora de libros, y pertenecía a una vieja familia de Filadelfia.
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